En muchas ocasiones los socios definen en el
propio MoU las condiciones en las que se repartirán los
estudiantes en las diferentes opciones de movilidad. El número
de estudiantes de cada socio, el número de créditos
impartidos por estudiante, un porcentaje a abonar por estudiante
proporcional al tiempo que pasa el estudiante en cada
institución, y/o una prima por los servicios ofrecidos a cada
estudiante son a menudo criterios que se asocian a la cantidad de
dinero que ingresa cada socio por parte del consorcio, por lo que
se suele prestar mucha atención a este reparto.
Debido a que los estudiantes extranjeros suelen
requerir más servicios que los nacionales, es posible que el
consorcio determine reparto de estudiantes de países terceros
para poder gestionarlos de forma más adecuada.
En otras ocasiones se define un número
máximo de estudiantes que pueden escoger una opción
concreta de movilidad por limitación de recursos docentes.
Puede resultar controvertido en un master en el que no
existen claros itinerarios formativos o incluso no hay posibilidad
de una misma asignatura pueda cursarse en más de una
institución, aunque si este condicionante se deja claro desde
un primer momento se considerará razonable por estudiantes y
organismos de evaluación.
En cualquier caso, es importante que se tengan en
cuenta los criterios académicos relacionados con la
formación inicial del estudiante (que debería determinar
en gran medida los itinerarios formativos puedan cursar en un
master interdisciplinar) y sus preferencias de optatividad o
especialización del título. Así, en programas como
Erasmus Mundus se penaliza que las razones económicas primen
sobre los criterios académicos o de gestión
académica.
Como criterio muy justificable en títulos
internacionales está el del dominio de lenguas, ya que la
falta de dominio del idioma de docencia perjudicaría el
rendimiento académico del estudiante. Esta circunstancia es
importante dejarla clara en la información promocional del
master para evitar equívocos a los estudiantes.